Este pequeño animal, de tan sólo un milímetro de ancho, se ha adaptado por completo a la oscuridad y ha perdido la orientación visual. Su vítreo caparazón en espiral es más fino y frágil que el de cualquier otro caracol, ya que en un entorno subterráneo no necesita la protección de la superficie. La ausencia de luz hace además innecesaria la pigmentación de su caparazón.
Coni Valenti
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